miércoles, 12 de septiembre de 2018

El Aqueronte



Siempre  había sentido cierta curiosidad, no exenta de zozobra, por las historias que relataban la existencia de fenómenos paranormales. Pero sin duda su interés se intensificó  aquel día,  varios años atrás, en el que se encontraba tomando plácidamente un café en la cocina de su casa; mientras disfrutaba de fondo el magnífico  Send in the  clowns de la divina Sarah. 
Creyó escuchar el timbre de la puerta principal. Se extrañó. Normalmente siempre sonaba el telefonillo situado en la verja que daba entrada a la vieja casa.  
Se dirigió al vestíbulo. Abrió la puerta y para su sorpresa nadie estaba al otro lado. Quizá su imaginación le había jugado una mala pasada. Regresó dentro, no sin cierto fastidio, seguro el café ya se había enfriado.  Tendría que prepararse otro.  
Pero, apenas habían transcurrido unos minutos, cuando de nuevo oyó el sonido del timbre.  Esta vez, ya con cierta celeridad, recorrió el trayecto que la separaba de la puerta de entrada, y… ¡nada!  
Asombrada  y un tanto recelosa, decidió caminar los metros que distaban de la verja…