Subir o no subir. Ese era el asunto. Siempre lo había sido.
Por un instante se detuvo en el rellano para contemplar cada
uno de los peldaños de la escalera. Sobrios y simétricos, ni siquiera el paso
del tiempo había restado un ápice a su natural elegancia. Como todo lo bueno,
conservaban su propia esencia; sin duda el señor Blondel estaría satisfecho del
perfecto diseño contrahuellas/huella.
Comenzó a subir y a cada paso sentía cómo la sangre bullía por todo su cuerpo con más fuerza...