Don Juan, ya las sombras se deslizan por las yermas cavidades de tu desierta morada. En el oscuro silencio, la espera. Imperturbables aguardan tu llegada. Sacrificios baldíos por el orgullo estéril de vuestra espada.
¡Despierta!, pues el reloj de la vida cede su último
grano. La puerta entreabierta. La noche sin fin te aguarda.
En pie apenas sostenido, el rostro espantado
tras la conciencia. Temblor del alma (ignorada existencia).
Desvarío,
lujuria, orgullo, vanidad...
Epitafio: Aquí yace, en olvido soterrado, quien se
creyó del mundo amo y no fue más que un pobre donjuán trasnochado.