Buitres sin compasión azotan la noche de los
sueños mientras los inocentes corderos dormitan bajo la quietud de las estrellas. Ajenos al
peligro, indefensos ante las crueles garras,
víctimas silenciosas de un sacrificio infame destinado a saciar la maldad de miserables
querubines, despreciables servidores de Balberoth.
¿Acaso podrán ser redimidos los mansos caloyos por la vigorosa cizalla de un misericordioso demiurgo?
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