domingo, 26 de agosto de 2018

¿Quién sabe?


¿Y si no te hubiese conocido? 
Bienaventurado aquel instante en el que sin deber ni saber, callejeando por la vida, nos encontramos. Qué extraño fue todo, tan natural y a la vez tan sorprendente. 
Ternura y comprensión. Encontrar lo que no buscas, lo que no quieres, lo que no puedes. Pero, de repente, sucede. Te observas a ti misma como a una extraña; sientes cómo caen una a una  todas las murallas que habías levantado, y te contemplas allí  feliz como si nada tuviera importancia, despojada de artificios, vencida sin batalla. 
Tal vez algo muy bueno hayamos hecho para que, entre más de siete mil millones de almas, los hados decidiesen juntar nuestras coordenadas. 
Frente al destino, no hay otra salida que una bendita y dulce rendición. 

"Todo tiene su momento, y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo."  (Ecli. 3, 1)



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